Actualizado 21/09/2024 | Texto Publicado el 25 de septiembre de 2014
El mapa en tiempos de Google Maps
El mapa es un artefacto político #1 | Fidel Mingorance
Hace más de dos años, en 2012, comenzamos a preguntarnos desde el portal Otramérica (en la sección MAPAS de Otramérica, actualmente offline) sobre la naturaleza de los mapas y sus relaciones con el poder. En aquel texto acabábamos lanzando una serie de cuestiones sobre las que queríamos reflexionar y a las que no les dimos continuidad.
Tal vez podamos avanzar algunas respuestas, pero por el momento, lo que queremos es poner las preguntas. ¿Qué representan los mapas? ¿Qué tan reales son? ¿Mienten los mapas? ¿Al servicio de quién o de qué están? En las próximas entradas seguiremos tratando estas cuestiones y, aunque no sea estrictamente necesario leer a Brian Harley para poderlo hacer, ¡es altamente recomendable!
El mapa es un animal políticoMapas en Otramérica
Llegado el momento de continuar ese hilo temático, ¿qué mejor manera que comenzar reflexionando en torno a las proyecciones cartográficas? Es el lugar desde el que se suelen abrir intensos debates, a menudo poco o nada rigurosos, sobre mapas mentirosos, imperialistas y etnocentristas… sin pararse siquiera a pensar en por qué llevan entonces en su bolsillo Google Maps, u otra aplicación similar, que les indica el camino y les conduce hacia cualquier lugar utilizando precisamente la proyección Mercator.
Porque los tiempos cambian…
Hace ya cincuenta años que Arno Peters presentó «su» proyección cartográfica como crítica a la habitual representación del mundo mediante la proyección de Mercator. En aquel momento (1974), la controversia planteada por Peters tuvo una gran repercusión mediática que acabó provocando una intensa discusión científica, técnica, ideológica y política en torno a la naturaleza de los mapas y sus relaciones con el poder.
A pesar de la revolución tecnológica de las últimas décadas, que sin duda ha modificado enormemente nuestra visión del mundo, y a pesar de lo manido que pueda ya estar el debate sobre las proyecciones cartográficas, los ecos de esa controversia siguen resonando todavía. Tanto, que sigue siendo habitual que desde perspectivas de pensamiento contrahegemónico se acuda a la controversia de Peters para ilustrar cualquier temática referida a la representación cartográfica o a los mapas. La crítica a la proyección de Mercator se convierte así en un ejercicio casi obligatorio en cualquier discurso contrahegemónico que se precie.
Esto no tiene nada de extraño ya que podemos utilizar muchos de los argumentos esgrimidos en esa controversia para desarrollar un excelente y muy pedagógico ejercicio sobre representaciones cartográficas, propaganda política y poder colonial. Al fin y al cabo, «el verdadero tema en el caso de Peters es el poder; no cabe duda de que lo que Peters pretendía era investir de poder a las naciones del mundo que él pensaba que habían sufrido una discriminación cartográfica histórica. Sin embargo para los cartógrafos, era su poder y sus ‘exigencias de verdad’ lo que estaba en juego» (Harley, 1991). No se debe pasar por alto que la controversia también ataca en profundidad la supuesta imparcialiadad ciéntifica de cartógrafos y otros hombres de ciencia.
Lo que sí resulta algo extraño, o por lo menos chocante, es que en demasiadas ocasiones esta utilización argumental acaba siendo un lastre para la credibilidad global del mencionado ejercicio, fundamentalmente debido al uso y abuso de argumentos distorsionados (por no decir falsos), descontextualizados, mal utilizados o burdamente simplificados sobre proyecciones cartográficas, mapas, y también -por qué no decirlo- sobre Mercator y Peters.
Lo cierto es que, a día de hoy, el debate parece lo suficientemente agotado como para pretender aportar nuevos argumentos a favor o en contra del uso de cualquiera de las proyecciones cartográficas mencionadas. Aunque tal vez sí resulte interesante puntualizar algunos de estos argumentos para, por lo menos, ayudar a cualquier discurso contrahegemónico a mantener cierto grado de rigurosidad argumentativa.
Y no nos referimos a pulir detalles del tipo de si se debe utilizar «proyección de Gall-Peters» en vez de «proyección de Peters». Más bien, queremos modificar la manera de abordar algunas de las cuestiones de fondo, cosa que permitiría cambiar fácilmente el tono general de la argumentación, dándole una mayor fuerza y rigor. O por lo menos, nos permitirá dejar de utilizar algunas de las gastadas (y flojas) argumentaciones que se repiten, como consignas de obligada repetición, en los distintos documentos y foros de internet donde se trata la cuestión.
Precisamente porque queremos dotar de mayor fuerza argumentativa al discurso contra-hegemónico, nos proponemos fijar especialmente la atención en varios elementos que pensamos útiles para el debate y que iremos analizando en las siguientes entregas. Porque los tiempos cambian y la imagen del mundo que tenemos hoy ha cambiado enormemente respecto a la que se tenía en 1974 o en 1569.
Referencias:
HARLEY, J.B. La nueva naturaleza de los mapas. Ensayos sobre la historia de la cartografía. México: Fondo de cultura económica, 2005.
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