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El mapa es un artefacto político #1

Hace más de dos años, comenzamos a preguntarnos desde otramérica sobre la naturaleza de los mapas y sus relaciones con el poder. En aquel texto acabábamos lanzando una serie de cuestiones sobre las que queríamos reflexionar y a las que no les dimos continuidad:

Tal vez podamos avanzar algunas respuestas, pero por el momento, lo que queremos es poner las preguntas. ¿Qué representan los mapas? ¿Qué tan reales son? ¿Mienten los mapas? ¿Al servicio de quién o de qué están?  En las próximas entradas seguiremos tratando estas cuestiones y, aunque no sea estrictamente necesario leer a Brian Harley para poderlo hacer, ¡es altamente recomendable!

Ha llegado el momento de continuar ese hilo temático. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que comenzar reflexionando en torno a las proyecciones cartográficas?

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Imagen: NASA

Porque los tiempos cambian…

Hace ya cuarenta años que Arno Peters presentó su proyección cartográfica como crítica a la habitual representación del mundo mediante la proyección de Mercator. En aquel momento (1974), la controversia planteada por Peters tuvo una gran repercusión mediática que acabó provocando una intensa discusión científica, técnica, ideológica y política en torno a la naturaleza de los mapas y sus relaciones con el poder.

A pesar de la revolución tecnológica de las últimas décadas, que sin duda ha modificado enormemente nuestra visión del mundo, y a pesar de lo manido que pueda ya estar el debate sobre las proyecciones cartográficas, los ecos de esa controversia siguen resonando todavía. Tanto, que sigue siendo habitual que desde perspectivas de pensamiento contra-hegemónico se acuda a la controversia de Peters para ilustrar cualquier temática referida a la representación cartográfica o a los mapas. La crítica a la proyección de Mercator se convierte así en un ejercicio casi obligatorio en cualquier discurso contra-hegemónico que se precie.

Esto no tiene nada de extraño ya que podemos utilizar muchos de los argumentos esgrimidos en la controversia para desarrollar un excelente y muy pedagógico ejercicio sobre representaciones cartográficas, propaganda política y poder colonial. Al fin y al cabo, “el verdadero tema en el caso de Peters es el poder; no cabe duda de que lo que Peters pretendía era investir de poder a las naciones del mundo que él pensaba que habían sufrido una discriminación cartográfica histórica. Sin embargo para los cartógrafos, era su poder y sus ‘exigencias de verdad’ lo que estaba en juego” (Harley, 1991). No se debe pasar por alto que la controversia también ataca en profundidad la supuesta ‘imparcialiadad ciéntifica’ de cartógrafos y otros hombres de ciencia.

Lo que sí resulta algo extraño, o por lo menos chocante, es que en demasiadas ocasiones esta utilización argumental acaba siendo un lastre para la credibilidad global del mencionado ejercicio, fundamentalmente debido al uso y abuso de argumentos distorsionados (por no decir falsos), descontextualizados, mal utilizados o burdamente simplificados sobre proyecciones cartográficas, mapas, y también -por qué no decirlo- sobre Mercator y Peters.

Lo cierto es que, a día de hoy, el debate parece lo suficientemente agotado como para pretender aportar nuevos argumentos a favor o en contra del uso de cualquiera de las proyecciones cartográficas mencionadas. Aunque tal vez sí resulte interesante puntualizar algunos de estos argumentos para, por lo menos, ayudar a cualquier discurso contra-hegemónico a mantener cierto grado de rigurosidad argumentativa.

Y no nos referimos a pulir detalles del tipo de si se debe utilizar “proyección de Gall-Peters” en vez de “proyección de Peters”. Más bien, queremos modificar la manera de abordar algunas de las cuestiones de fondo, cosa que permitiría cambiar fácilmente el tono general de la argumentación, dándole una mayor fuerza y rigor. O por lo menos, nos permitirá dejar de utilizar algunas de las gastadas (y flojas) argumentaciones que se repiten, como consignas de obligada repetición, en los distintos documentos y foros de internet donde se trata la cuestión.

Precisamente porque queremos dotar de mayor fuerza argumentativa al discurso contra-hegemónico, nos proponemos fijar especialmente la atención en tres elementos, que pensamos útiles para el debate y que iremos analizando en posteriores entradas:

  • La nueva imagen del mundo… porque los tiempos cambian. La imagen del mundo que tenemos hoy ha cambiado enormemente respecto a la que se tenía, por ejemplo, en 1974.
  • El uso o no adecuado de las proyecciones cartográficas, porque no debería centrarse el debate en la proyección sino en el uso que se hace de ella o en la intención que se le atribuye al mapa.
  • La excesiva personalización del debate en torno a las figuras de Peters y Mercator.

Referencias:

HARLEY, J.B. La nueva naturaleza de los mapas. Ensayos sobre la historia de la cartografía. México: Fondo de cultura económica, 2005.

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